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lunes, 15 de enero de 2007

El Mas Grande Amor de Todos

En su canción de 1985, "el Más grande Amor de Todos," Whitney Houston afirmó que el más grande amor de todos era amarse a uno mismo:
Aprendiendo a amarse a uno mismo, Es el más grande amor de todos.

En contraste, la Biblia tiene una idea diferente acerca del amor, especialmente lo que constituye el más grande amor. La Biblia describe el amor de Dios como que es grande y casi más allá de la comprensión.
El amor de Dios es comparado con la altura de los cielos por encima de la tierra y aun más allá. Jesús definió el más grande amor como está registrado en el evangelio de Juan:
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. (Juan 15:13)

Jesús Mismo cumplió con este máximo amor por medio de morir por nosotros a fin de que podamos ser perdonados de todos nuestros pecados y podamos tener comunión con Dios:
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)

Este ejemplo del amor extremo de Dios es para aplicarse a aquellos que siguen a Jesucristo.
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. (1 Juan 3:16)

Dar nuestra propia vida no es el mensaje de mundo, y sería considerado desde un paradigma evolucionista como estúpido. Aun en otras religiones, la entrega de nuestra propia vida no es alentada. Por ejemplo, aquí hay un caso del Judaísmo Ortodoxo:

Dos hombres están encallados en el desierto. Uno tiene agua, mientras el otro no tiene nada. Hay suficiente agua para que un hombre esté a salvo. Sin embargo, si comparten el agua, ambos morirán antes de que pudieran lograr la seguridad. ¿Qué hace el hombre con el agua?
La respuesta rabínica es que el hombre con el agua debería tomar el agua para salvar su vida. Por supuesto, la respuesta cristiana es que el hombre con el agua debería darla al otro hombre y renunciar a su vida.

Es el amor de Dios en Cristo que les permite a Sus discípulos voluntariamente entregar sus vidas por otros. Usted, también, puede experimentar este amor y lo puede pasar a otros.

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 8:38-39)

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